La industria del vino a granel española (algo que también se puede aplicar a la italiana) vive días duros y precisa de nuevas estrategias comerciales que le permitan hacer frente a las amenazas que suponen la desaceleración de la demanda en países –hasta ahora emergentes- como China y Rusia o la competencia de los caldos sudamericanos (donde también hay stocks) o los vinos chaptalizados (enriquecidos con azúcar). Y a todo ello se unen el sobreexcedente que ha propiciado la última vendimia española (la más alta de la historia) y la sorpresa de la vendimia italiana, que también ha acabado con mayores producciones de lo esperado.
Lógicamente este panorama ha hecho que las ventas caigan a cuentagotas y que los precios de los vinos a granel bajen. Las exportaciones, tres cuartos de lo mismo. Y es que la situación exige medidas inmediatas. De hecho el futuro no se plantea mejor, con China amenazando con aumentar sus superficies de cultivo y convertirse en una nueva potencia en el mercado mundial del vino.
La solución para evitar una grave crisis parece evidente: potenciar las exportaciones. El reto el de diseñar nuevos caminos para conseguirlo.