Las bodegueras de Castilla-La Mancha han pasado por un año muy complicado. La histórica vendimia de la campaña anterior (la mayor registrada en la región) unida a un flojo nivel de ventas provocaron una peligrosa acumulación de stocks y una presión casi insostenible para dar salida a tanto hectolitro. Tal era la situación que la propuesta de destilación obligatoria lanzada por el gobierno, acepta a regañadientes por los productores, parecía la única situación.
Sin embargo la situación ha cambiado a mejor en los últimos meses. María Luisa Soriano, consejera de Agricultura de Castilla-La Mancha, ya anunció que la destilación obligatoria no tendría por qué aplicarse si el ritmo de las ventas y el nivel de stocks mejoraba. Y así ha sucedido.
A fin de que se conozcan los datos finales de las existencias almacenadas en las bodegas, todo parece indicar que finalmente la destilación obligatoria no se llevará a término. Las razones son dos principalmente: por una parte la campaña vinícola de este año se prevé que sea un 30% menor a la del año pasado, y por otra en los meses de verano las ventas han evolucionado a buen ritmo.
Y por si fuera poco, otra buena noticia. Dos vinos de Castilla-La Mancha han recibido sendos premios internacionales por su calidad. Parece que se empieza a ver la luz al final del túnel.